Centro de Desarrollo e Investigaciones Tecnológicas

Quiénes somos

El Centro de Desarrollo e Investigaciones Tecnológicas es un espacio de encuentro entre la academia y la industria, con todos sus actores relevantes, centrado en el estudiantado.
Nuestra visión

Convertirse en un modelo a nivel regional de vinculación entre el ámbito académico y el sector productivo, que desarrolle investigación de excelencia en el ámbito de la tecnología y la transfiera al medio socio productivo local.

Nuestra misión

Desarrollar tareas de investigación, desarrollo y trasferencia efectiva que mejoren la tasa de graduación, mediante la participación de estudiantes de carreras de grado y tecnicaturas afines al sector de las TICs.

Resumen Ejecutivo

El Centro de Desarrollo e Investigaciones Tecnológicas implementa una forma novedosa en el clásico intercambio universidad-empresa en Latinoamérica: una relación colaborativa en donde los estudiantes desarrollan proyectos con gerenciamiento de las empresas en los laboratorios de la Universidad Nacional de la Matanza. El Centro provee laboratorios de informática y un programa para estudiantes de carreras afines a las tecnologías de la información y las comunicaciones. La mayoría de los estudiantes de ingeniería y carreras relacionadas trabaja en zonas distantes, con tiempos de traslado de hasta tres horas diarias, por lo cual sus carreras se alargan y muchos de ellos no logran recibirse.

El Centro permite que los alumnos pasen a trabajar dentro del campus de la universidad el tiempo promedio que anteriormente invertían para ir a su trabajo, liberando varias horas para su estudio. Los alumnos participantes deben mantener un cuidado régimen de cursado, lo que les permita mantenerse en el programa y graduarse en tiempo y forma, mientras adquieren una valiosa experiencia profesional. Las empresas participantes, que proveen los proyectos y su dirección, comienzan a desarrollar una relación estrecha con sus futuros trabajadores. Así se genera una dinámica colaborativa con la universidad que permite oportunidades de investigación conjunta, constituyéndose en un escenario donde todos los actores ganan.

Antecedentes

La economía en general demanda año a año perfiles profesionales de carreras tecnológicas muy por encima de la cantidad de personas que obtienen estos conocimientos y habilidades en el sistema educativo. Actualmente existe una brecha entre oferta y demanda de capital humano con estudios tecnológicos del orden de los diez mil trabajadores. La economía en su conjunto demandará una cantidad mayor en años por venir. Esa demanda proviene tanto de la industria de tecnología como de empresas usuarias de Software y Servicios Informáticos (SSI) y del Estado en sus diferentes niveles. La oferta se compone por los egresados universitarios, terciarios y una cantidad de trabajadores idóneos en parte capacitados en cursos de formación profesional. La imposibilidad de satisfacer esta demanda genera una fuerte tensión que se pone de manifiesto en salarios elevados (el salario promedio en la industria del software es uno de los más altos de toda la economía argentina) y en un significativo nivel de rotación del personal en las empresas.

Realizando un análisis sobre lo que sucede específicamente en la formación universitaria en carreras vinculadas a las tecnologías de la información y la comunicación en Argentina, se concluye que hay aspectos positivos y negativos. Entre los primeros se destaca sin duda la calidad de la formación que se manifiesta luego en el desempeño laboral, académico y científico. Entre los segundos, podemos mencionar con especial preocupación los problemas del desgranamiento en dichas carreras (licenciaturas en informática, en sistemas, ingenierías, analistas de sistemas, tecnicaturas, etc.) y de la matrícula decreciente. El desgranamiento se produce cuando un estudiante abandona el cursado de la carrera para ir a trabajar. Ambos problemas pueden dimensionarse en el análisis puntual mostrado seguidamente.

En 1996 ingresaron al sistema universitario, incluidas tecnicaturas, aproximadamente 24 mil jóvenes (Anuario de Estadísticas Universitarias, 2012). Ese nivel de ingreso se mantuvo hasta 1999 (25.776 ingresantes) para luego elevarse significativamente hasta alcanzar su pico en 2001, con 27.091 ingresantes. A partir de ese año la matrícula comienza a descender hasta llegar en el año 2006 a sólo 15.516 ingresantes.

Un análisis de la matrícula inicial de carreras de grado en las universidades de gestión estatal da cuenta que en 1996 ingresaron 14.990 jóvenes y al año siguiente habían abandonado ya 7.873. A los 5 años se recibieron 11 alumnos; al sexto año (2001) se habían recibido sólo 65 alumnos; y a los 11 años (2006) de los 14.990 ingresantes se habían recibido 915 y sólo permanecían en carrera otros 953. Es decir, al cabo de 11 años de 14.990 jóvenes sólo unos 1.800 se recibieron o estaban aún en carrera. Varias son las razones para este fenómeno.

El primer año es traumático para todos los jóvenes con independencia de la carrera. En general, hay un alto nivel de desgranamiento en todo el sistema. Pero muchos de los que permanecen luego del primer año también abandonan más tarde. Por ejemplo, en la cohorte analizada, al cabo del tercer año, permanecían en régimen regular sólo 6.165 alumnos. Una de las causas del desgranamiento a partir del 3er año refiere al ingreso al mundo laboral que, acompañado por buenos salarios, actúa como un fuerte incitador a disminuir el ritmo académico o incluso al abandono de carrera. Se estima que este causal explica no menos del 30% del desgranamiento producido a partir del 3er año de avance en la carrera. Nos encontramos frente a un problema cuyos efectos se retroalimentan perjudicialmente tanto para los profesionales en proceso de formación como para la economía y en particular para el sector SSI. Los jóvenes necesitan graduarse y el sector SSI necesita una cantidad de profesionales “graduados” cada vez mayor si quiere mejorar su ecuación de valor agregado y competitividad. Sin embargo, hasta el momento, los resultados son inversos. Por todos estos motivos se hizo necesario crear una solución.

Situación actual

El Centro de Desarrollo e Investigaciones Tecnológicas provee laboratorios de informática destinados a empresas desarrolladoras de software (preferentemente Pymes nacionales) que ofrecen capacitación y entrenamiento laboral a estudiantes de carreras tecnológicas afines a través de la ejecución de proyectos. La mayoría de los estudiantes de ingeniería y carreras relacionadas trabaja en lugares distantes, con tiempos de tránsito de hasta tres (3) horas diarias, más las ocho (8) horas de la jornada laboral usual.

Cada estudiante que participa del Centro suscribe un Acuerdo Individual de Desempeño Académico (AIDA) por el cual se compromete a cursar determinadas materias curriculares, que se corresponden al camino crítico del diagrama de Gantt de su desarrollo curricular. Dicho compromiso, le brinda la posibilidad de trabajar entre cuatro (4) y seis (6) horas diarias (que en la situación anterior usaba para viajar, para trasladarse al trabajo, a la universidad y a su lugar de residencia) en un ambiente colaborativo en la universidad bajo dirección empresaria, liberando las horas valiosas (su anterior jornada laboral) para el estudio. Así se acorta el tiempo de permanencia en la universidad y desarrolla competencias laborales específicas mejorando su formación.

Los beneficios son concretos y tangibles: los estudiantes mejoran su formación, desarrollan competencias laborales y se gradúan en tiempo y forma; la universidad aumenta la graduación y disminuye la granularidad de las carreras participantes y desarrolla en conjunto con las empresas una sinergia en la producción de conocimiento mediante la investigación.

Las empresas logran incorporar recursos humanos altamente capacitados y comprometidos con las mismas. Actualmente, el centro está funcionando en su tramo de 2100m2, por lo cuál ha sido premiado nacional (Premio Sadosky a la Calidad e Innovación Educativa) e internacionalmente (Premio LaTinaTec a la Innovación Educativa). Esto, en conjunto con la calidad de los estudiantes formados (Fontenla Núñez, Agosto 12-19, 2016), permite asegurar la viabilidad del proyecto.

Funcionamiento

Las empresas contratarán a la Universidad recursos en la figura de Becarios Tecnológicos y pagarán un canon a la Universidad por dichos servicios. La Universidad será la encargada de abonar a los recursos humanos participantes del polo, obteniendo un porcentaje sobre la contratación en concepto de gestión del polo y de los recursos humanos. Esta diferencia entre lo cobrado a las empresas y lo pagado a los recursos humanos, se destinará a la gestión de la estructura del polo.

Las empresas se comprometen a asignar el personal de gerencia de recursos humanos y a propiciar su capacitación constante en la Universidad. Las empresas se comprometen a contratar como empleados efectivos a un porcentaje de los recursos aportados por la Universidad en plazos que se convengan en conjunto y respetando el Acuerdo Individual de Desempeño Académico.

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